Y un día decidimos escapar de Marrakech.
Podría contarles del día en que Basma nos ofreció té, aceptamos, y lo trajo recién al día siguiente; o también de la vez que tuvimos una cena romántica en nuestra pizzería amiga y, en medio del polvo, la gente y lo vehículos, dos tipos empezaron a agarrarse a piedrazos.