jueves, 30 de marzo de 2023

Un día con el anfitrión - Essaouira 1

Isaac nos llevó a la mañana siguiente a desayunar. Allí nos presentó nuestra única adicción en Marruecos: Batbout bsit uliesel. 

El batbout es un pan redondo del grosor de un dedo índice, que se sirve (en este caso) con aceite de oliva y miel (por eso se le agrega a la frase "bsit uliesel"). La verdad es que es una delicia.

Esto se come con las manos. El chiste es que arranques un pedacito del pan, y lo vayas mojando con el aceite y la miel que están esparcidos sobre el plato. En algunos lugares lo sirven en un pequeño frasquito pero, en este local, te ponían el pan y te lo bañaban en aceite y miel. 

Grotescamente delicioso.

Como las manos te quedan hechas un asco, este desayunador tenía una canilla y papel para que te limpiaras antes de irte. Esto es común de encontrar en el mundo gastronómico marroquí, y es bastante conveniente.


Junto al batbout, tomamos un té marroquí con una hierba amarga que, según intuimos, es ajenjo. Le preguntamos a Isaac qué era, pero no tenía idea. 

En Marruecos usan dos tipos de hierbas para "condimentar" el té. En lugares caros y promedio, usan menta; mientras que en los lugares muy económicos usan la plantita amarga.


Mientras desayunábamos, Isaac nos contó que Marruecos ya no es lo que era. Que los chicos de hoy en día ya no hablan tantos idiomas como antes, y que los maestros dan clases no por vocación, sino porque quieren tener un empleo para siempre, ya que es prácticamente imposible que te despidan o te hagan una revisión si trabajás de esto. 

Sobre política y religión no hablamos, más que nada porque no vimos un interés de su parte en esto, y no quisimos incomodarlo, dado que nos íbamos a alojar con él varios días. 


Otra de las cosas que mencionó Isaac fue que hoy en día todos son adictos al celular. Y sí, globalmente esto es cierto, pero no es algo que hayamos visto en Marruecos.

De hecho, todo lo contrario.

Nos llamó mucho la atención que la gente no anduviera con los celulares en la mano constantemente. A ver, hemos visto personas mirando el celular pero, comparado con nuestra experiencia en Argentina, nos pareció que la cantidad de gente haciendo esto era ínfima. 

Tal vez los usan más cuando están en sus casas. 


Después de desayunar, salimos a caminar por la playa. Yendo hacia el sur, están los dueños de caballos, dromedarios, y camellos. Ahí podés alquilarlos un rato para pasear sobre sus lomos, algo que decidimos no hacer.

Gracias a que estábamos con Isaac, pudimos acariciar a un dromedario sin que nos cobraran. 


Los vendedores de paseos sobre animales son bastante insistentes, pero son fáciles de esquivar y rechazar en comparación con los de Marrakech. 


Después de atravesar el mar de vendedores, llegamos a una roca bastante grande, a la que nos subimos para tener una vista panorámica de Essaouira y el pueblo vecino. En este último viven usualmente los que crían animales. 


Isaac luego nos propuso visitar la medina, y aceptamos. Para esto retrocedimos por el camino en el que vinimos, y caminamos por la playa unos 20-30 minutos. 


Ya en la medina, nos propuso llevarnos a la parte menos turística, donde conseguiríamos mejores precios. Allí aprovechamos a comprar frutillas, que salían 1 dólar el kilo. Nos pusimos codiciosos y quisimos agarrar 2 kilos, pero jamás llegamos, y sólo alcanzamos a juntar 1. 

Nuestra inexperiencia en calcular cuánto es un kilo de frutillas tiene que ver con que nunca tuvimos tanto dinero como para comprar un kilo de frutillas en Argentina.


Un rato después de caminar por la medina, Isaac nos dijo que nos tenía que abandonar para ir a buscar su moto, pero que nos veríamos nuevamente a la noche.


A la noche fuimos a comer con él y dos amigos suyos (chico y chica), y me encantaría decir que hablamos de algo relevante, pero no fue así. Como pasa con muchas personas, a veces hay que pasar más de una ocasión juntos para que se toquen temas un poco más interesantes. 

Lo positivo es que estos dos amigos de él nos dejaron una hermosa impresión. Nos parecieron muy buena gente. 

Además, probamos una especie de "panqueque" cuya masa tiene condimentos picantes. A pesar de que les dicen panqueques, en realidad son tortillas de harina. 


Al volver a lo de Isaac, nos mostró videos de los análogos de Boca y River de Marruecos mientras comimos un cuscús con verduras que le preparó la vecina. Al parecer, cada vez que estos dos equipos se enfrentan entre sí, se arma un tremendo display de fuegos artificiales, banderas, y etc. 

Estos dos equipos son de Casablanca, si mal no entendí. Menciono a Casablanca porque, a pesar de no ser ni la capital ni la ciudad más turística, sí es la ciudad más importante a nivel económico del país, teniendo la mayor cantidad de empresas sede en este lugar.

También es la ciudad más peligrosa.  


Hablando un poco más con Isaac, aprendimos que tiene tres trabajos: Uno fijo en el único Carrefour de Essaouira; uno eventual como fotógrafo; y otro fijo pero con ingresos eventuales a través de Airbnb, donde tiene una habitación en alquiler. 

También nos contó que él es oriundo de El-Aaiún o Layounné, la capital del estado cuasi fantasma del Sáhara Occidental, administrada por el gobierno de Marruecos. 

En el siglo anterior (1975-1991 aprox.), hubo una larga guerra entre ambas partes, que terminó con un alto al fuego y, entre líneas, una victoria marroquí. En resumen: El Sáhara pidió su independencia, y Marruecos no estuvo ni está de acuerdo con esto.

Hace unos años se reavivó el conflicto debido a algunos enfrentamientos armados, pero no parece que el resultado de la guerra que tuvieron se esté modificando.

Hoy por hoy, el gobierno del Sáhara Occidental, si bien no controla su capital, sí está a cargo de la franja este, que limita con la altamente impróspera Mauritania (un destino que barajamos, pero que abandonamos rápidamente al averiguar que pedían visa).

Si bien no sé demasiado sobre el conflicto de Marruecos con el Sáhara Occidental (personificado en los miembros del Frente Polisario), siempre tuve curiosidad, así que le pregunté por cómo era El-Aaiún, qué podía contarnos, etc.

Isaac se limitó a decir unas pocas palabras de desencanto, y a cambiar de tema rápidamente. 


Luego de este momento, terminamos de comer y nos fuimos a dormir. 



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