Ese mismo domingo, Mila viajaba en colectivo a la casa de su madre. Siendo todavía temprano, la luz tenue bañaba los descampados linderos a la autopista, sobre los que su mirada iba y venía. Escuchando música y con la cabeza apoyada sobre el vidrio, recorrió un largo tramo hasta que finalmente se bajó en una avenida.
Mientras avanzaba por la misma, observaba cómo todos los negocios de ropa rezaban una leyenda similar: “Liquidación por cierre”.
En un momento, se paró frente a una heladería completamente abandonada, con un cartel de “Se alquila” en la vidriera. Con gesto de decepción, miró hacia el interior del local, y sacó una foto. Entonces continuó con su caminata, mientras chistaba y movía la cabeza con frustración.