La vereda de enfrente
Finalizada la llamada, atendí el timbre y le avisé a Helena
que enseguida le abría, pero me dijo que justo ingresó alguien al edificio y que entraría a la par de esa persona, así que no era necesario que yo bajara
para darle la bienvenida. Sólo tenía que esperarla en mi casa.