domingo, 13 de octubre de 2013

Por Saavedra

Esta es una historia real acontecida hace un rato, quien sufra de socio-sensibilidad no siga leyendo por favor:

Estaba volviendo de salir con una amiga, ambos veníamos en el 110 camino a Martelli.

En el colectivo primero había gente muy bien vestida, de la cual destacaba un chico de camisa rosa que no dejaba de decirle cosas no tan bonitas a una flaca. La chica bajó, y se subieron 4 personajes con buzos holgados, uno de los cuales se sentó al lado del rosadito.
Este nuevo tipo también tenía ganas de gritar cosas, y así lo hizo: se pasó quince minutos alegando que Nueva Chicago era el mejor equipo de Argentina. El nene rosita se calló todo el viaje hasta bajarse.

Mi amiga descendió para ir a su casa y quedé de espectador solitario.

En la esquina de Nazca y Mosconi se sumaron unos 15 nuevos pasajeros al son de "aguante Saavedra", todos del corte wachi, salidos de la bailanta bien piola. Se veían amables, lanzándose groserías entre ellos, pero sin molestar directamente a nadie fuera de su círculo. Mientras tanto, el señor de chicago se había puesto a meditar.

Previos a llegar a Albarellos y Constituyentes, chikagu increpó a los jóvenes con el apoyo de sus amigos: "¿Son de Saavedra? Me la banco con cualquiera de ustedes".

A esto le siguió un brevísimo intercambio de palabras que, llegado el colectivo a la esquina, se transformó en una pelea en la vereda tras abrirse las puertas.

Por una cuestión númerica, los Saavedra boys redujeron a sus contrincantes que, cuando el chofer arrancó (sí, esperó a que terminara la pelea para seguir el camino), arrojaron piedras al vehículo.

Una vez que la vorágine post-fight terminó, un jovencito se acercó a otro integrante del grupo, y le preguntó:

-¿Wacho por qué no bajaste a pelear?
-No me voy a meter en esas secuencias raras que tienen ustedes
-Wacho sos un cobarde, peleamos por Saavedra, ¡por Saavedra!

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