Se sentaron a conversar frente al lago, repleto de patos, en plena tarde invernal.
Él pregunto:
-¿Qué pensás del mundo?
-¿Cómo del mundo?
-Claro, ¿qué cosas no te gustan de un día habitual en tu vida?
-Ah no sé, ni idea.
Después de un rato en silencio, volvió a hablar:
-¿Qué estás estudiando?
-Contabilidad.
-¿Y en que ámbito te gustaría trabajar?
-No sé, en una oficina, o con algún familiar.
Al ver que ella no quería avanzar en la conversación, decidió callar nuevamente.
Tanto tiempo duró el silencio, que él empezó a plantearse la idea de irse. La situación realmente lo ponía incómodo, así que no dudó más, se levantó, y ella lo miró, parándose al mismo tiempo.
-¿Nos vamos? -preguntó ella.
-Me voy yo solo -respondió, duramente.
Ella se quedó observándolo, y sólo atinó a decir "está bien", tras lo que se saludaron.
De repente, antes de cada uno volver a su casa, él tomó valor:
-¿Por qué fuiste tan seca? -lanzó con gesto de intriga.
-¿La verdad? -dijo, esquivando la mirada.
-Sí.
-Pensé que eras más lindo, gracias igual por la buena onda -dio media vuelta y se fue definitivamente.
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