Hay gente que pasa años enteros creyendo que es genial y fantástica.
Ni siquiera lo hace con animosidad, no exterioriza su opinión de sí misma para marcarles la cancha a quienes no se sienten ni geniales ni fantásticos. Simplemente se sienten increíbles y lo dicen.
A esas personas, las caídas les pegan el triple. No se las ven venir. De hecho, ni siquiera consideran escenarios adversos como un resultado posible de sus decisiones. Es un auto yendo a máxima velocidad en la ruta, ignorando una y otra vez las señales.
Están desconectados del entorno. No ven que a muchísimos otros humanos les salen mal bastantes cosas, y en esos humanos no se reconocen, casi que se consideran otra especie.
Ellos siempre tienen la corona puesta y la bendición divina.
A decir verdad, es un espectáculo fascinante. Y también un poco ridículo.
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