jueves, 25 de marzo de 2021

Un poema de la guerra

Cuando era niño leí un poema.


Hablaba sobre las ruinas de una ciudad triste

arrasada por la guerra.

De cómo de la sangre derramada sobre la tierra

crecerían flores negras.


Y que no habría futuro,

por mucho que el autor

o toda la humanidad entera

así lo quisieran.


Lo leí en un papel arrugado en primavera,

amarillo por el paso del tiempo,

mezclado entre intimaciones por las deudas,

y un libro que hablaba de la revolución

húmedo por el agua

que caía de las goteras.


Ese año nos mudamos con mis abuelos

y mientras papá se moría de vergüenza,

el nonno me pegaba si lo interrumpía

o si comía con la boca abierta.


Un día él encontró mi poema,

y mientras hacía un fuego en el jardín,

le pregunté si lo había visto.


Sin hablar, señaló las llamas,

y todos los versos

con el humo se fueron. 

Y también mi niñez.












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