martes, 6 de abril de 2021

Reiniciar la partida

Fui a visitarlo al hospital. Estaba en la cama, con cara de dormido y los ojos apenas abiertos. Me senté al lado suyo, y enseguida me puse a llorar. Él no decía nada. 

Me recompuse y le agarré la mano, lo miré y le pregunté por qué lo hizo. Apenas me respondió con una encogida de hombros. No podía entender qué le pasaba por la cabeza. 

“¿Qué pensaste que iba a pasar si lo hacías, que reiniciabas el juego? No hay nada después, nunca más hagas esto”, le dije con firmeza, y me ignoró. Mi mamá siempre me dijo que no tenía buen modo para decir las cosas. 

“Nunca vas a conseguir un novio así”, me juraba, pero se equivocó: Ahí estaba mi novio, sedado en la camilla y sin hablarme.

-¿No vas a decirme nada? -insistí.
-...
-Salió en todos lados lo que hiciste, por favor, decime aunque sea que estás bien...
-...
-Cuando salgas de acá vamos a comer algo rico y a mirar una serie, ¿sí? ¿Tenés ganas?
-...

No había caso. No me contestaba, y tuve que irme. Antes le recordé que lo amaba, y ni siquiera me devolvió un “yo también”. 

Llegué a casa, me preparé un té, y me senté en la compu. Me prometí no ver el video que grabó la cámara de seguridad, pero lo hice igual. 

Ahí estaba él, parado junto a dos personas en la esquina de la avenida, como quien espera para cruzar. De repente, con el semáforo en contra suyo, empezó a caminar sobre la calle. 

El primer auto lo esquivó, pero él siguió avanzando, buscando que un segundo coche lo destrozara.

Lo vi ahí, todo flaquito, con la espalda encorvada, despeinado, usando su remera de entre casa, haciendo el movimiento necesario para morirse, y me ahogué en tristeza. No podía parar de llorar. 

Ni siquiera que lo esquivara el primer auto le dio una señal, ni eso lo convenció de retroceder. 

¿Por qué lo hizo? ¿Por qué querría morirse? No estuvo en la guerra, no creció en la pobreza, no le pegaban de chiquito, nadie lo abusaba en el colegio. Nada. 

¿Qué salió mal entonces? ¿Será mi culpa? ¿Le estaré muy encima? Soy pesada pero no lo trato mal. Me gusta que me presten atención, como a cualquiera, pero tampoco es que le prohíbo hacer cosas en pos de que me dé bola. Si quiere salir con alguien no protesto, si tiene ganas de estar solo me la aguanto, y no le pido que me dé certezas a futuro. 

Sólo un estúpido quiere promesas en medio del caos.

Quizás el no haber sufrido tanto le haya jugado en contra, y ahora siendo adulto le es imposible tolerar el mundo. Y este mundo es despiadado si no estás preparado.

No sé. No lo puedo entender. No me entra en la cabeza.

Quisiera volver al hospital y curarlo. Ojalá supiera qué tengo que hacer para arreglarlo. Porque está roto. 

Tan roto que ya no puede vivir. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario