viernes, 12 de marzo de 2021

Mi cita con la dentista

Me encanta ir al dentista. Todo está limpio, reluciente. Colores pastel y superficies lisas. 

Todo es completamente humano, antinatural.

Cada vez que voy a un lugar así, pienso que nuestro destino como especie es, inevitablemente, destruir este planeta, como si tuviéramos una pulsión de muerte colectiva. 

¿Y cómo no tenerla, si el final de nuestros días está garantizado?

Nuestra ruta es una sola y nos lleva a la vida eterna o a la autodestrucción.

No sabemos a cuál. 

Pero igual avanzamos. 

Mientras tanto, el resto de los animales sufre o huye. Son nuestros esclavos porque perdieron.

Y perdieron porque no saben hacer lo que nosotros hacemos.

Algunos de ellos son nuestras mascotas, pero ese es el mayor status que podrán obtener.

Imaginate querer salvarte de un matadero y llamar a tu especie a combatir a los humanos.

"Es imposible", es lo primero que van a decir tus semejantes. "Estos tipos son invencibles". 

Y tal vez sea cierto.

Quizás somos invencibles.

Porque estamos dispuestos a destruir todo con tal de alcanzar la vida eterna o, en el peor de los casos, con tal de disfrutar grotescamente este ratito que nos tocó en la historia.







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