jueves, 25 de junio de 2020

Cami, Fran y la pandemia

-Fran, Fran... -dijo ella en voz baja, mientras lo despertaba- Escuchame.
-¿Qué pasa? -preguntó él, somnoliento.
-Me voy a lo de mis viejos. Saqué el permiso ayer a la noche, me voy a quedar allá.
-¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué pasó? -contestó, alterado, y trató de recomponerse- No, pará, ¿cómo que te vas, Cami?
-Hace una semana que venimos hablándolo, Fran...
-Explicame, por favor, que no entiendo.
-Bueno, a ver: Necesito un poco de espacio para mí, te amo pero estar juntos todos los días y todo el tiempo no es lo que tenía en mente cuando decidimos convivir.
-¿Te molesta estar conmigo?

-No empieces.
-Te pregunto nada más.
-No, no me molesta estar con vos, pero es demasiado tiempo el que estamos pasando juntos, estamos todo el día pegados.
-No tenemos que estar pegados, puede estar cada uno en la suya...
-¿Ah sí? ¿En qué parte del monoambiente? No nos vamos a poner a asignar esquinas en el departamento, amor, no me parece bueno para nuestra relación ni para nuestra autoestima.
-¿Irte de acá sí te parece bueno para nuestra relación y nuestra autoestima?
-Sí, porque estoy harta de pelear -dijo ella, con tono de agotamiento.
-Fueron un par de veces nada más.
-No es la cantidad, Franco, es la razón por la que peleamos. Siempre pasa lo mismo: Yo estoy en la mía, vos te acercás para hablarme, te digo que estoy ocupada, me ponés mala cara, yo pongo mala cara porque vos ponés mala cara; después no hablamos en todo el día, y eso lleva a que vivamos en una situación de mierda casi constantemente.
-Amor, ya está, ya entendí que no tengo que molestarte, prometo solamente hablarte a la noche cuando cenamos, así estás tranquila durante el día.
-No, ¿ves? Ese es otro problema, siempre te victimizás -señaló ella.
-No me victimizo -devolvió él.
-Sí que lo hacés, porque te ponés el lugar de “pobrecito, soy tan cariñoso y me rechazan”, y esa actitud me cansa un poco, si te soy sincera.
-¿En qué lugar querés que me ponga? Mi novia me rechaza, hay días donde casi no me habla y ahora encima quiere irse de casa mientras yo duermo, como para no dejarme otra opción más que aceptar su partida... En serio te pregunto, ¿qué rol me cabe, si no es el de víctima?
-El de adulto, Franco, comportate como un adulto, respetá mis decisiones. La semana pasada te dije: “Fran, me parece que me voy a ir a lo de mis viejos, necesito espacio para mí, no quiero arruinar nuestra relación por una pandemia, vamos viendo cómo hacemos para hablar o vernos hasta que termine la cuarentena”, y apenas terminé de decirte eso te pusiste a llorar, ¿en serio? ¿Esa es tu reacción ante mi planteo honesto, y encima buscando lo mejor para la relación?
-¿Me vas a juzgar por ser sensible?
-No, te juzgo porque, cada vez que yo quiero tomar una decisión que implica no estar pegada al lado tuyo, te ponés así. El otro día te dije que prefería ir a la panadería sola y me hiciste lo mismo. Me parece muy manipulador de tu parte -explicó Camila, contrariada.

Franco se quedó callado un momento, y luego preguntó:

-¿Puedo hablar?
-Sí, obvio que podés -aseguró Camila.
-Primero, no busco manipularte, yo soy espontáneo y honesto, me muestro tal cual soy. Segundo, me gustaría aclarar algo: Irte de acá es una decisión que tomás para hacerte bien a vos, porque a mí esa decisión me va a hacer mierda.
-¿Y qué querrías vos?
-Que te quedes.
-No, vos querrías que me quede si yo tuviera el ánimo y la predisposición que suelo tener en un contexto normal, donde estamos en casa cuando cada uno vuelve del laburo, después nos vamos a la cama y a la mañana siguiente desayunamos. A esa Camila te gustaría tener todo el día al lado, no a esta que soy ahora. La persona que soy en este contexto te hace llorar, deprimirte, vivir caído y preocupado.
-Es un muy buen argumento ese -contestó él, como si estuviera convencido.

Camila suspiró con alivio, y él, después de un breve silencio, sentenció:

-Abandoname entonces, ya que te estás esforzando muchísimo para convencerme de que es lo mejor para los dos.
-Dios, Franco, ¡no te estoy abandonando! -replicó, con hartazgo.
-Sí, me estás dejando a mi suerte, ¿de verdad te pensás que voy a estar mejor si me quedo solo en casa durante el resto de la cuarentena?
-Podemos intentar vernos, boludo, dale, no tiene que ser todo tan dramático. ¿No podemos resolver las cosas y listo? ¿Por qué esto tiene que ser un quilombo? -preguntó ella, conteniendo las lágrimas.
-Porque estás pensando sólo en vos. Yo necesito que te quedes, a mí el abandono me hace muy mal, primero mi papá, después mis hermanos ignorándome, también mis parejas anteriores, y ahora vos -dijo enardecido él, y luego rompió en llanto.
-No, pará, no llores...

Franco sollozaba sentado en la cama, mientras Camila le pasaba la mano por la espalda para contenerlo.

-Yo te necesito acá, Cami -explicó él, mirándola a los ojos- Yo sin vos me muero, no puedo ni empezar el día si no estás. Cuando me despierto antes que vos, me paso todo el rato mirándote mientras espero a que abras los ojos. Y cuando nos acostamos para ir a dormir, me tiembla el cuerpo de las ganas que tengo de cogerte. Pienso en eso todo el día, poder apretar tu cuerpo desnudo, sentirte mía... Sos lo que más pienso, sos la persona más importante de mi vida.

Camila miró con tristeza.

-Está bien, Fran, me quedo.

Franco sonrió, agradeció, y luego la abrazó. Camila miraba hacia la nada con resignación. Más tarde se levantaron para desayunar, y el día comenzó.



4 comentarios:

  1. Muy bueno el cuento y como lo redactas! Ahora, el nivel de tóxico de Franco??? Hablemos de relaciones tóxicas y narcisismo!!!

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  2. Siento que estuviste detrás de un árbol espiando toda mi relación. Gracias. Explotaste mi cabeza. No dejes de escribir. Abrazo.


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  3. hola! Te cerraron la cuenta de instagram? Qué pasó?

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    1. Hola Patri por un tiempo cerré todo, volveré más adelante, gracias por preguntar ♥

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