sábado, 3 de octubre de 2020

Entrevista y ansiedad

 -Amor, me avisó una compañera de la facu que en su laburo están buscando gente y mañana hacen entrevistas, ¿querés que le pida que te anote para tener una?

-Hola gorda. No, gracias, no me siento como para tener una entrevista ahora.

-¿Segura? Hace rato estás sin laburo, y es una entrevista nada más...

-No, con la ansiedad que tengo no puedo enfrentarme a una situación así.

-Bueh, está bien. 

-¿Qué pasa?

-Nada, quedate desempleada, total tu vieja te mantiene. 

-¿Te molesta que me sienta mal?

-No me molesta, pero me preocupa que no hagas nada de tu vida porque sabés que tu mamá te paga todo.

-Hago lo que puedo, no es que me la rasco y vivo la vida loca eh. Tengo un problema que hace que me cueste salir de casa, es algo que le pasa a mucha gente, y si te pusieras a leer en vez de juzgarme, sabrías que mi ansiedad es algo real y no un invento mío.

-Sí, yo sé que es real pero, ¿sabés qué pasa? Para salir los fines de semana y juntarte con amigos no tenés problemas para moverte, sólo te agarra la "ansiedad" cuando tenés que buscar laburo o ir a la facultad. Por eso me cuesta darte la derecha en esto. Siempre me pregunto cómo sería tu vida si tu mamá no tuviera plata para mimarte. Imagino que te morirías de hambre, porque tu "problema" no te dejaría salir de la cama, ¿no?

-¿No te podés poner en mi lugar por un momento? ¿Por qué tu respuesta a mi "me siento mal" es juzgarme y maltratarme?

-¿Hace falta que siempre te pongas en el lugar de víctima?

-No veo qué otro rol me cabría tomar acá, siendo que vos me estás atacando. Vos, que supuestamente me querés, me estás haciendo daño gratuitamente. 

-Me tiene un poco podrida esta situación, ¿qué querés que te diga? Si querés que proyectemos un futuro juntas, vas a tener que ponerte las pilas y hacer algo de tu vida, porque la verdad no tengo ganas de terminar manteniéndote.

-Si vos querés que proyectemos juntas, podrías empezar a aceptarme como soy y a ayudarme cuando lo necesito, en vez de lastimarme y hundirme más en mi malestar.

-¿Siempre soy yo la que tiene que entender?

-No, somos las dos, pero vos siempre te lavás las manos .Te ponés en el lugar de "fuerte" que no le teme a nada pero, en lugar de contagiarme tu fuerza, la usás para aplastarme.

-Está bien, yo soy la hija de puta, como siempre.

-Prefiero no hablar más durante un par de horas si me vas a tratar así. Es por mi bien.

-¿Y mi bien nunca te importa?

-Si tu bienestar necesita de mi sufrimiento, no, no me importa. 


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