jueves, 20 de julio de 2017

#BastaDeViolentos

-Che, flaco, te fuiste a la mierda. ¿Por qué me insultaste? Estábamos debatiendo y de golpe empezaste a agredirme, ¿te podrías disculpar?
-Ja ja ja, qué risa que me das, tomate el palo.

-¿Por qué sos así? ¿No te das cuenta que ahora yo me quedo nervioso por esta discusión? Yo no puedo estar tenso, me hace mal, me quedo varios días sintiéndome horrible, y es tu culpa.
-Qué putita que sos, bien maricón.
-¿Por qué lastimás a la gente?
-No te conozco, dejame de romper las pelotas, putito.
-Espero que sepas que sos un horrendo ser humano.
-¿”Horrendo”? Ja ja, horrendo sos vos, con esa nariz y esa cara de virgo… Seguro no la ponés nunca, ja ja.
-No entiendo a qué te referís.
-Que te matás a pajas porque no viste una concha real en tu vida, ja ja, putito, maraca.
-No voy a dialogar más con vos.
-Putito, putito.
-Voy a dejar de leer este chat, pero quiero que sepas que me voy a quedar varios días pensando en esto, me hace mucho daño que me insulten.
-Dale putito, vení y chupame la chota, que seguro te encanta, ja ja.



Ninguno volvió a escribir en esa conversación.



Una semana después, el agresor salió del edificio de su trabajo. Abrigadísimo, debido a la baja temperatura, y con su celular en la mano, caminó las dos cuadras iniciales de siempre, y luego cruzó en diagonal la plaza. Una vez que llegó al lado de la fuente, un hombre sentado en el borde lo llamó, y el agresor se acercó, aunque con desconfianza:



-Disculpame, ¿sabés dónde está el Sanatorio del Iberá? -preguntó el extraño.
-No, no tengo idea -contestó, y atinó a seguir camino.
-Pará, perdón que te moleste, pero me quedé sin batería en el celular, ¿no me lo buscarías en el Google Maps? Te pido mil disculpas, en serio, si tuviera batería lo haría yo mismo, pero se me acabó, como te dije.
-Bueno -aceptó el agresor, con gesto desconfiado, y centró su vista en el celular, intentando tipear con la mayor rapidez que sus dedos fríos le permitían.
-Muchísimas gracias... -dijo mientras tanto el extraño.
-Acá lo encontré -juró el agresor, todavía mirando la pantalla del celular, tratando de ubicar en qué dirección estaba el sanatorio- Tenés que ir para acá, y después son… -empezó a decir, pero cortó la frase abruptamente.
-¿Qué pasa? ¿No te acordás de mí? -preguntó el extraño.
-Pará, pará, te doy lo que quieras, pero bajá eso, por favor…
-Tranquilo, no te va a pasar nada si me escuchás atentamente.
-Está bien, está bien, pero no dispares, por favor, por favor te lo pido… -rogó el agresor, nervioso.
-Yo soy Mariano Iturbe, ¿te acordás? El otro día me insultaste en una publicación de Facebook y te pedí que me pidieras disculpas porque yo no te había dicho nada malo pero, no sólo no te disculpaste, sino que continuaste con tu ataque. ¿Te acordás o no?
-Sí, me acuerdo… Escuchame, por favor…
-No. Tenés que esperar a que termine de hablar, ¿sí? Mirá, yo no tengo nada contra vos, pero hay que hacer algo, ¿no te parece?
-Hago lo que quieras pero, por favor, no dispares -pidió el agresor, que estaba muy agitado.
-No podés andar por la vida insultando gente, ¿no sabés que eso hace daño? Contestame.
-Sí, pero no sabía que te jodía tanto, decime qué tengo que hacer y lo hago, por favor…
-Ahora quiero que escuches. Yo no me siento bien. Releo tus comentarios y mensajes todos los días desde hace una semana, y me lastima. Me lastima porque no te hice nada, porque pensaste que tenías la autoridad para ir por la vida y destruir a cualquiera. Eso está muy mal, sos una muy mala persona.
-Sí, lo soy, por favor, dejame ir, hago lo que quieras, terminemos con esto, por favor te lo pido… No fue mi intención hacerte sentir tan mal. Perdón. En serio, te pido mil disculpas.
-Está bien, quedate tranquilo, te perdono.
-Gracias, en serio, gracias, gracias, gracias -repetió el agresor, y amagó a irse.
-No, no, no. No te vas todavía -dijo Iturbe.
-¿Qué más tengo que hacer? -preguntó, entre nervioso y hastiado.
-Quiero grabarte pidiendo perdón. Ponete de rodillas, por favor.
-No, basta, ya está, ¿hace falta que siga esto? Ya te pedí disculpas, no soy tu esclavo…



En ese momento, Iturbe pegó un tiro al aire, espantando a las pocas personas que recorrían la plaza. Ante esto, el agresor entró en pánico, y se puso de rodillas inmediatamente.



-Dame tu celular, lo voy a filmar con el tuyo, así siempre recordás que hiciste daño a otra persona -el agresor le dio el celular y agachó la cabeza- Cuando empiece a grabar, quiero que digas “Pido perdón por haber insultado y maltratado a Mariano Iturbe. Él no me hizo nada, y yo lo agredí violentamente. Merezco lo peor”. Repetilo.
-Pido perdón por haber insultado y maltratado a Mariano Iturbe. Él no me hizo nada, y yo lo agredí violentamente. Merezco lo peor -repitió el agresor.
-Muy bien. Va con flash porque ya está oscuro, ¿sí? Uno, dos… tres.



El ahora sometido dijo la frase que le fue indicada, y la grabación terminó al instante.



-¿Ya está? ¿Ya puedo irme? -preguntó el agresor, con los ojos vidriosos.
-No, se enfocó medio mal. Va de vuelta.



Iturbe comenzó a grabar con su mano izquierda, y el agresor repitió la misma frase. Apenas terminó de decirla, le disparó dos veces. Recién ahí, la grabación terminó.



Instantáneamente, Iturbe subió el video al Facebook del agresor, explicando brevemente lo ocurrido, cerrando con una especie de solicitud: “Alguien tiene que hacer justicia, no se puede vivir con esta inseguridad. Cualquier desconocido puede venir y hacerte daño por nada. No merecemos vivir con este tipo de personas en el mundo, necesitamos modificar esta sociedad para poder estar tranquilos. Por eso, los invito a todos a la campaña #BastaDeViolentos. Les pido que suban la foto de alguien que los haya violentado y pongan este hashtag en el texto, para que todos sepamos quiénes son las personas que hacen daño. Yo rastreé y me encargué de Gastón Barrionuevo, y hasta diría que tuve suerte, porque su agresión fue sólo fue por Internet. Imagínense si me hubiera pasado en la calle… Quizás ahora mismo estaría muerto, con esta gente nunca se sabe. Por favor, les pido que hagamos justicia, y terminemos con los violentos”.



Una vez subida la publicación, no tardaron en llegar los mensajes y las notificaciones. Nadie estaba seguro de lo que pasaba. Iturbe iba leyendo con una mueca las repercusiones minuto a minuto, hasta que empezó a sonar una sirena. Entonces, huyó.



La policía llegó recién al día siguiente a la plaza. Según las investigaciones, Barrionuevo agonizó varias horas, pero parece que nadie pasó por allí o, en su defecto, nadie llamó a una ambulancia.



Con el correr de los días, aunque lo dieron de baja de las redes sociales, se viralizó el video de la muerte de Barrionuevo. A raíz de este escándalo, varias personas aparecieron acusándolo de abusos. Algunas mujeres (incluidas dos ex novias) aseguraron que era muy violento, y un par de ex compañeros de la escuela contaron cómo Barrionuevo abusaba de ellos por ser “putitos”.



Los allegados al difunto desmintieron todas estas versiones, argumentando que “Gastón era un chico estudioso y trabajador”, y salieron por diferentes medios de comunicación a pedir que atraparan al asesino. En las redes sociales se dividieron las aguas: Los que apoyaban el asesinato perpetrado por Iturbe decían que fue “justicia”, y los que defendían al muerto señalaban que esto había sido un acto irracional de un "loquito".



El hashtag #BastaDeViolentos funcionó bien los primeros días, pero luego perdió popularidad. Mientras tanto, en la televisión y YouTube se instalaron los debates sobre esta situación y el trasfondo de la misma. Rara vez se llegó a alguna conclusión.



Finalmente, unas semanas después, el tema dejó de causar interés y nadie más habló al respecto. A Iturbe nunca lo encontraron, pero se llenó de fans en las redes sociales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario