sábado, 3 de junio de 2017

Error del sistema

Me seguiste hiriendo incluso cuando ya estaba vencido. "¿Cómo puede ser que acá haya habido amor?", pensaba yo, incrédulo de tu odio, tratando de dibujar en tu furia una sonrisa; jurándome que esa no eras vos, sino un error en tu sistema.
Hoy, pasados los meses, me tiento a caer en la misma jugada. Justificarte es lo más fácil para mí, porque eso aumenta las chances de volverte a ver. ¿Sabés cuánto tiempo pienso en qué otras formas de resolver nuestros problemas podríamos haber encontrado? ¿Sabrás qué difícil es para mí borrar todos nuestros hábitos? Porque es fácil sacar de mi cabeza las grandes anécdotas, lo complicado es vencer al recuerdo de nuestra rutina. Todas esas pequeñas cosas que creímos que durarían por siempre, y ahora hay que esmerarse en eliminar.
¿Qué pensarás de mí ahora? ¿Te habrá quedado un poco de amor, o el odio arruinó lo especial que eras?
Yo sigo herido, y quizás lo esté mucho tiempo más. Vos te hiciste pasar por víctima, y me acuchillaste apenas te quise abrazar. A veces quiero llorar, pero... ¿Para qué? No hay muchos hombros donde apoyarme cuando mis lágrimas son por extrañarte a vos. Nadie que me quiera te aprecia, nadie que me cuide te quiere cerca. Todos creen que lastimaste adrede y con egoísmo. Yo sólo creo que tuviste miedo, porque todavía no puedo asimilar que todo lo que te amé haya terminado en este caos. El caos de no reconocerte, incluso aunque te tuviera frente a mis ojos.

Quisiera abrazarte una última vez, pero sé que es mala idea. Por ahora, me conformo con que seas feliz.


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