martes, 14 de junio de 2016

Ástrid - Parte 14




"Pensar demasiado"

Cuando terminé de leer el mensaje, me sentí un poco aliviada. Tras una noche de recuerdos y planteos peligrosos, unas palabras tiernas pueden hacerte sentir un poco mejor, aunque no representen más que una breve caricia.
El problema es que, si las caricias son sobre heridas abiertas, lo único que puedo transmitirle al otro son vestigios de mi dolor. Y yo no quiero dañar a nadie. ¿De qué valdría abandonar mi soledad para hacerle mal a un tercero? Esa no es forma de vivir. No la que yo quiero, al menos.

Sin embargo, ahora no puedo dejar de pensar que es necesario intentar salir de esta situación. No puedo arriesgarme a volver a escuchar a esa voz monomaníaca e inhumana por las noches, preguntándome cosas que no sé responder. Me asusta volver a verme en el reflejo y arrepentirme de mi existencia. No quiero eso. No otra vez.

Probablemente sea hora de tenderle la mano a quien está dispuesto a acompañarme, aunque nuestros universos vomiten grotescas incompatibilidades. ¿Será que, en esta ocasión, me toca jugar al azar?
En el secundario tenía una compañera que me decía que yo “pensaba demasiado”, y a lo largo de mi vida me encontré con varios personajes que predicaban lo mismo. Qué locura. Qué absurdo ponerle límites a la reflexión. ¿Qué sería de nosotros si no excediéramos las fronteras del pensamiento?
“Seríamos más felices”, me dijo una vez aquel amigo qué murió atropellado. Hubo un tiempo en que creí que tenía razón, pero ya no, porque comprobé que no se puede simplemente hacer desaparecer todas las incógnitas que echaron raíces en la mente. No hay reinicio posible, siempre estamos jugando la misma partida.

De todas maneras, por más que no haya posibilidad de “resetear” nuestra razón, siempre se pueden obviar detalles. Pero, ¿realmente estoy lista para resignar momentos de reflexión, y sumergirme en este océano de eventualidades? ¿Soy capaz de ceder parte de mi consciencia en este vínculo, y dejar que las cosas “fluyan”? ¿Entenderá él el porqué de mi naturaleza, o sólo busca explicaciones para la suya?

En medio de este enredo, le envié un mensaje invitándolo a desayunar.

La mañana siguiente nos encontramos en un café, y parecía estar bastante nervioso. Tenso, como quien espera un golpe.
Intenté charlar como para que se relajara, pero no hubo caso, estaba empecinado en recibir una respuesta en relación a su mensaje. Supuse que mi sola invitación iba a ser una señal, pero aparentemente necesitaba que se lo recordara.

Naturalmente, me preguntó sobre esto y, tras darle mi respuesta, salí a fumar un rato, prometiéndole que volvería. Una vez afuera, encendí un cigarrillo, y me apoyé contra la pared.

Era temprano todavía, y la ciudad estaba casi en silencio, adornada por hileras infinitas de autos estacionados. El sol se esforzaba por superar la altura de los edificios, como buscando borrar las sombras en la vereda, empañadas momentáneamente por el humo del cigarrillo.
Las dudas me recorrían violentamente frente a esta escena. No sé qué hacía ahí, realmente quería irme a casa, ¿qué es esto que estoy intentando? ¿Desde cuándo me abandono a la suerte? Por eso, me alejé de la pared, y decidí irme.
Sin embargo, justo en ese momento, él salió del café, y me dijo que ya había pagado todo.
Caminamos en silencio hasta donde me tomaba el colectivo, mientras me debatía internamente qué quería hacer, si importaba lo que yo deseara y, en última instancia, si lo que yo quería realmente era lo mejor para mí. Entonces, llegamos a la parada, y me pidió un beso.

Dudé un instante, como cuando se lanza una moneda para elegir el rumbo, o se quita la pieza que hace caer la torre del jenga; y simplemente acepté. Me besó con mucha intensidad, mientras su corazón latía muy fuerte.
Poco después llegó el colectivo, y me hizo algún comentario antes que subiera. Sonreí por los nervios que me generaba este nuevo escenario, y no pude evitar recordar una frase de su mensaje: “Sé que todo lo que pase entre nosotros depende de tu decisión”.


PARTE 15 https://www.tomasbitocchi.com/2016/06/astrid-parte-15.html




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