miércoles, 2 de octubre de 2019

El asiento ocupado

-Disculpame, ¿te podés correr un poquito? No entro, si no.
-Sí, claro.
-No… Un poco más correte, no entro, nena.
-No puedo correrme más, señora.
-Estás muy gorda nena, yo a tu edad me moría si estaba así.
-¿Perdón?
-Ningún chico te va a dar bola si estás así. Preocupate por vos misma, tenés que cuidarte.
-Váyase a cagar, señora.
-Encima maleducada, qué tristeza.

-No tiene derecho a juzgarme.
-Yo no te juzgo, nena, solamente te digo la verdad para que recapacites. Sos gordita, y ni siquiera sos simpática.
-¿Usted está buscando que le dé una cachetada?
-No, sólo digo que, por tu culpa, no entro en el asiento del colectivo.
-No se siente en el fondo, entonces. Viaje parada y nadie le va a molestar.
-Estoy en mi derecho de viajar sentada, ¿qué culpa tengo yo de que seas una vaca?

Tras la frase de la señora, la chica le pegó una cachetada, provocando que sus anteojos cayeran al suelo. Entonces, la golpeada empezó a gritar:

-¡Chofer! ¡Chofer! ¡Ayuda, una persona me está atacando! ¡Me golpeó y me rompió los anteojos! ¡Ayuda!

Enseguida, los demás pasajeros socorrieron a la señora y, entre murmullo y miradas, le ayudaron a ponerse sus gafas nuevamente. La jovencita, mientras tanto, miraba con desdén.

Atento al griterío, el chofer frenó el colectivo en la siguiente parada, y se acercó a la abofeteada:

-¿Está bien, señora? ¿Necesita que llame a una ambulancia? -le preguntó.
-Estoy bien, por ahora -contestó, mientras se tocaba la cara, como palpando el ardor.
-¿Segura? ¿Quién la atacó?
-No quiero decirlo, tengo miedo de que me vuelva a golpear si digo quién fue -replicó, con tono tembloroso.
-Dígame, así hacemos algo al respecto. Como chofer, soy el responsable legal de todo lo que pase acá adentro.
-Fue esta gorda envidiosa -dijo con desprecio, mientras señalaba a la chica- Pero no quiero problemas.

El chofer se dirigió a la acusada:

-¿Por qué le pegaste?
-Porque me insultó -dijo ella.
-¿Qué te dijo?
-¿Qué importa? Me insultó, y punto. Le dije que si no paraba le iba a dar una cachetada, y se la di.
-No es manera de tratar a los mayores.
-¿Y su manera de tratar a los jóvenes es correcta?
-No importa eso. Bajate del colectivo, por favor, no voy a aceptar este tipo de comportamiento.
-¿Eh? ¿Es joda? El otro día le robaron a una flaca y el colectivero se hizo el re pelotudo. ¿En serio me vas a bajar por esto?
-Por favor te lo pido, no le demores el viaje a los demás pasajeros.
-¡Dejate de joder!

Inmediatamente, otras personas se sumaron al clamor de la situación:

-Dale enferma, bajate, que quiero llegar a casa -comentó una.
-¡No te hagas la linda, gorda resentida, dejá de romper las pelotas! ¡Ya quisieras llegar tan bien a la edad de esta señora! ¡Sola y gorda te vas a morir! -arrojó otra.
-¡A esta en la playa se la confunden con una ballena! ¡Ja ja! -aseguró un hombre que viajaba con su hijo.
-Yo vi todo, ella no dejó sentarse a la señora, y de la nada le pegó -añadió un señor, que estaba en la otra punta del colectivo.
-¡Bajate, lechón! -gritó uno con gorra.

La muchacha, con gesto confundido, se levantó y bajó por la puerta trasera.

Cuando el colectivo arrancó, un chico la insultó desde la ventana, y luego se mató de risa con su compañero de asiento. Ella le devolvió la agresión y, tras dudar unos instantes, terminó por apoyarse en el poste de la parada. “Forros que son, la concha de la lora”, dijo con bronca y en voz baja, tras lo que se mordió el labio inferior, y se le escaparon algunas lágrimas.

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