martes, 20 de diciembre de 2016

Punto de quiebre

Había una chica llorando en la entrada de un negocio abandonado. Flaca, con piernas largas, y flequillo recto. Al costado, en el escalón sobre el que estaba sentada, yacían sus gafas (de esas que ahora están de moda). Según parece, se las había quitado para poder taparse el rostro mientras sollozaba.


Un muchacho vestido de traje, que iba a paso moderado, vio la situación desde la vereda de enfrente, y se acercó a la muchacha. Cuando la tuvo delante suyo, le preguntó:

-Hola, disculpá, ¿te sentís bien?
-Sí, no pasa nada -contestó, disimulando su llanto.
-No parece… -sugirió el chico.
-Si las cosas fueran lo que parecen, yo estaría tan feliz…

El chico, en ese momento, miró hacia los costados, se sacó el bolso, y se sentó junto a la jovencita. Ella lo miró con desconfianza, y él aclaró:

-Quedate tranquila, no te quiero violar ni nada, no soy Cordera… ja ja.
-Ay, qué bueno, ¡no sabés lo que me alegra escuchar eso! Siempre es lindo saber que un chabón no se te acerca para violarte -dijo ella, intentando bromear.
-Ja ja… Che, pero, ¿qué te pasó? ¿Te puedo ayudar?
-Estoy destrozada.
-¿Puedo preguntar qué te hace sentir así?
-Corté con mi novio.
-Uh… ¿hace mucho estabas con él?
-¿Importa el tiempo? -repreguntó la chica, ya con el llanto diluyéndose.
-No sé… sólo pregunto.
-Hace un año estábamos de novios, pero salíamos hace más tiempo.
-¿Qué pasó con él?
-Me cagó con otra piba, y lo tuve que dejar.
-Uh, qué mal. Es una mierda cuando pasa eso.
-No me digas…
-Igual, ¿lo dejaste por eso solamente? Digo, ¿el tipo además te maltrataba o algo así?
-No, siempre fue un amor conmigo. Atento, mimoso, conversador… y encima nos llevábamos tan bien. Por eso me partió el alma enterarme que se cogió a otra mina, porque de verdad estaba enamorada -contestó, retomando las lágrimas.
-¿Ya no lo estás?
-¡Obvio que lo estoy! ¡Mirá cómo estoy llorando! -replicó, y volvió a tomarse el rostro.
El chico sacó una caja de cigarrillos, y le convidó uno. Ella aceptó, y ambos empezaron a fumar.
-Gracias -dijo ella.
-No, por favor. Si después querés otro decime -invitó él.
-Pero… ¿Te vas a quedar acá? Tenés pinta como que vas a ir a trabajar o algo así.
-Sí, pero puedo llegar un poco más tarde. ¿Y vos? ¿No laburás?
-Estaba yendo, pero me deprimí en el bondi, me bajé acá, y ahora casi seguro que voy a faltar.
-No laburás con tu novio, ¿no?
-Ya no es más mi novio, y no.
-¿Nunca saliste con alguien del trabajo?
-No. Aunque uno de Recursos Humanos me tira onda desde que entré, quizás ahora que estoy sola le diga que sí -sugirió, fumando de su cigarro.
-¿A vos te gusta él?
-Sí, dentro de todo sí, no es un gran pensador, pero es lindo y simpático.
-“Lindo y simpático”… la nada misma.
-Exactamente. Pero estoy deprimida, ¿qué querés que haga?
-No, obvio, te entiendo. Igual, te tengo que contar algo: Yo corté con mi novia por lo mismo que vos cortaste con tu novio.
-¿En serio?
-Sí. Bah, ella me cortó a mí.
-O sea, ella te cagó, ¿y encima te dejó?
-Me dejó porque le revisé el celular. Así me enteré que estaba dándose con otro flaco.
-Qué ridícula…
-Me dijo que no podía “invadir su privacidad”, y no sé qué. En el momento estaba furioso, pero ahora pienso que quizás tenía razón.
-¿Hace cuánto pasó?
-¿Importa el tiempo? -contestó él, sonriendo.
-¡Ja! -rió ella, esbozando una sonrisa también.
-Un mes, más o menos.
-¿La querías mucho?



-Sí, y nos llevábamos bien, pero creo que cortamos por algo que eventualmente iba a pasar. Yo sabía que ella era medio así…
-¿”Así” cómo?
-No sé, ¿libre? ¿liberal? Mis amigos dicen que era “trola”, pero realmente no sé.
-Qué terrible, ahora están con eso de que hay que “respetarlos” si quieren cogerse a alguien más.
-¿Tu novio era así? Es decir, ¿liberal?
-No, y nunca pareció que quisiera serlo. De hecho, me enteré que me cagó porque me lo dijo él.
-No se aguantó la culpa… -comentó el chico, tras lo que dio una pitada honda a su cigarrillo.
-No, y no le quedó otra que contarme. Encima se la cogió varias veces, no es que fue una sola vez como para decir “bueno, le pasó por calentón”. ¡No! El chabón sabía bien lo que estaba haciendo.
-¿Vos creés que la calentura no cuenta como engaño?
-Qué sé yo, es hombre, en algún momento iba a pasar.
-¿Te parece que es así?
-Sí, porque también les pasa a mis amigas con sus parejas. Los tipos son más calentones, salen de joda y hacen cualquiera, no sé. Las mujeres sabemos mejor lo que queremos.
-¿Y vos qué querés?
-Yo quisiera volver el tiempo atrás, para no haber escuchado su confesión, y que podamos seguir siendo novios.
-Podrías llamarlo y decirle que querés volver con él también…
-Estoy rota. No encuentro otra forma de definirlo. Hoy el sufrimiento me ahogó por completo. No quiero saber nada más con él, me siento traicionada. ¿Vos no te sentiste así cuando te pasó?
-Sí, claro. Me quería morir, literalmente. Hablé mucho con ella el día que nos separamos, me explicó cómo le gustaba vivir, y simplemente se terminó. Fue patético, porque pareció que la culpa la tuve yo.
-Las mujeres somos así, damos vuelta todo para no perder una discusión.
-Eh… creo que tiene que ver con una diferencia de pensamientos. Yo en ese momento estaba furioso, deprimido, y ofuscado. Todo al mismo tiempo. Cada argumento que ella me daba me ponía peor, y sentía que me tomaba el pelo. Pero ahora…



-¿Ahora qué? -preguntó ella, dando otra pitada.
-Ahora creo eso mismo, que son distintas formas de pensar, que simplemente no debíamos estar juntos. Ella quería un compañero de vida, y yo quería una novia clásica, que fuera sólo para mí.
-¿Y no son así las parejas? Que yo sepa la onda no es ponerte de novio y garchar con cualquiera.
-Pero son cosas que existen y pasan. Hay gente que está en pareja y también coge con otros.
-Qué enfermos.
-Sí, para mí es un asco también, sinceramente no lo puedo entender.
-O sea, ¿cómo es la idea? ¿Llegás a tu casa después de salir de joda, hablás con tu pareja y le contás que te cogiste a otra persona?
-No sé si se las cuentan.
-Tendrían…
-¿Tendrían?
-Y sí… bah, qué sé yo, no entiendo cómo funciona esa gente.
-Mi ex me dijo un montón de cosas que no comparto, pero hubo una que me quedó dando vueltas: “Nadie puede decirme cómo vivir”.
-Ah, tranqui, o sea que si a ella le gustara matar gatitos nadie le podría decir nada…
-Yo lo entendí como que, mientras no hagas daño a los demás, no te pueden juzgar por cómo elegís buscar la felicidad.
-Pero ella a vos te hizo daño cuando te cagó.
-Sí, pero después me puse a pensar mucho en el porqué de eso, y me di cuenta que me dolió mucho porque tenía miedo.
-¿Miedo?
-Miedo a que me quisiera “cambiar” por otro, a que el otro chabón le gustara más que yo, a que hablara mal de mí con él… miedo a que me desplazara.
-Yo también me imaginé mil conversaciones entre mi novio y la mina esta, donde hablaban mal de mí. Eso me da pavor, no saber qué le dijo a ella de mí.
-Siempre tenemos pavor por la opinión ajena, por más que insistan con que “no hay que darle bola”. Te cuento algo que no le dije a nadie: Cuando le revisé la conversación con este flaco, no encontré ni una palabra sobre mí. Nada.
-Bueno, es un alivio… dentro de toda la mierda que significa. Quizás ella te quería más a vos que a él.
-Eso es lo que me quedé pensando, y después concluí en que no es que me quería más a mí que a él. Son distintas formas de querer, de relacionarse, de convivir. En su conversación leí que charlaban sobre temas de los que nunca habló conmigo, y hasta usando otro lenguaje. Era otra cosa. Pero ojo, si yo hubiera leído que ella hablaba mal de mí con ese flaco, le hubiera pegado una cachetada que hasta hoy le quedaba marcada.
-¿A él?
-No, a ella.
La chica miró extrañada.
-No me mires así, no es violencia de género, le hubiera pegado la cachetada por hablar mal de mí, no por ser mujer.
-Pero la violencia no es la respuesta.
-¿Y llorar lo es?

La jovencita hizo un gesto pensativo, y luego suspiró. Él retomó:

-A lo que voy, tenemos que buscar relacionarnos con personas que tengan nuestros mismos códigos. No podemos adiestrar al otro para que sea lo que nosotros queremos. Si no le gustan nuestras costumbres, simplemente habrá que esperar hasta toparse con alguien que sí las comparta.
-Pero mi ex no pensaba como tu novia, ¿cómo lo justificás?
-Si estuvo con esa chica, seguramente no creyó que estaba mal. Una cosa es que vos te enojes por eso, que la sociedad lo juzgue, e incluso la familia… pero eso no quiere decir que para él esté mal.
-¿Y por qué me lo vino a contar y pedirme perdón?
-¿Nunca pediste perdón por cosas de las que no estabas arrepentida, sólo para buscar la paz?
-Sí… el problema es que él quiso hacer todo junto, tirar la bomba y apagar el incendio en el mismo momento.
-¿Te imaginás qué hubiera pasado si vos, en vez de cortarle, le hubieras dicho: “No te hagas problema, gordo, está todo bien”?
-Ja ja -río ella, con sinceridad- ¡Qué delirio!
-Quizás a nosotros nos falte ser un poco más delirantes.
-Puede ser… pero yo prefiero seguir esperando a un novio que sólo quiera estar conmigo. Seré anticuada, pero es lo que me gusta.



-Yo también quiero lo mismo. Hoy entiendo un poco más cómo piensa mi ex, pero yo creo que es mejor para mí si las cosas son de la manera más “normal”.
-Igual, a veces quisiera poder ser al menos un poco como toda esa gente, que vive re tranquila con todo, le chupa un huevo si la familia se ofende con ellos, están saliendo con alguien pero si pinta garcharse a otro lo hacen, trabajan toda su vida de mozos y les importa tres carajos conseguir algo “mejor”... ¿Por qué anhelamos tantas cosas, cuando otros pueden ser felices con lo que venga?
-¿A qué te referís con “tantas cosas”?
-Y, a un novio que no te cague, un laburo donde te paguen bien (si es posible en una oficina), un departamento bien ubicado, en algún momento un auto, y alguna que otra cosa más.
-No parecen tantas cosas.
-No pero, aun así, son difíciles de conseguir.
-Si tenés voluntad de vivir, vas a encontrar la felicidad, y ser feliz no siempre significa alcanzar las cosas que creemos que la construyen. A veces nos armamos una idea errónea de qué es lo que nos trae bienestar. Confundimos lo que nos hace sentir “seguros” con lo que nos hace bien.
-Me agota vivir a veces. Me agota no encontrar esa felicidad.
-Preguntándote cómo, por qué, y quién sos, tal vez puedas ayudarte a continuar. Hay momentos en los que no notamos que estamos cambiando, y seguimos juzgándonos a nosotros mismos con parámetros que ya no están vigentes en nuestra mente.
-Si a eso le sumás unos puchos, lo tomo como consejo.
-Ja ja, ¡agregalos entonces! -dijo el chico, y se levantó del escalón. Ella lo miró.
-¿Te vas?
-Sí, te deseo lo mejor para esta nueva etapa que vas a atravesar.
-¿Vos decís que es una nueva etapa?
-Sí, hay momentos clave en nuestra vida, que tuercen nuestros pasos hacia determinada dirección.
-Gracias por la charla, me siento un poco más aliviada.
-De nada, que no fuera un violador ayudó.
-Sí, posta, me hace muy feliz que no hayas sido un violador. Gracias.
-Que tengas buen día.
-Igualmente –cerró ella.

El muchacho emprendió la marcha nuevamente hacia la vereda de enfrente, y encendió un nuevo cigarrillo. Ella, todavía sosteniendo la colilla del suyo (ya consumido), apoyó su cabeza contra la pared, mientras el sol de la mañana alumbraba su maquillaje corrido.

Entonces, cerró los ojos por un instante, y sonrió.

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